10.22.2007

19. Sueños y Decepciones (Historia Intermedia 3)

Se han quedado de juntar ya tres veces y nunca se ha concretado nada. La última vez que se vieron surgió algo nuevo entre Natalia y León. Era una noche fría de invierno, de esas en donde te sientes sucio por lo tarde que es y tus labios no son más que una costra oscura producto de un vino en caja.

Nunca aclararon si fué el alcohol o sus fuegos interiores pero al primer cabeceo dormilón del dueño de casa se miraron con los ojos perdidos, ahogados en alcohol y hormonas, y corrieron rápidamente en medio de besos apurados a la cama más cercana. León le abrió el pantalón, tenía puestas pantys y una polera del mismo material. No le importó. Deslizó sus manos rápidamente, como si se le fuera la vida en ello, para rozar su piel primero salvajemente, después disfrutando cada molécula de sus pechos. Natalia se dejaba querer, gemía y reía, sus besos sabían a vino y a cerveza. Demasiado frío como para sacarse la ropa totalmente, mucho menos los calcetines. Ella usaba sostenes con relleno, pero eso no le importó a León. El buen lector sabe que un libro no se juzga por su portada... siempre puede ser un bodrio a pesar de la preciosa encuadernación (¿por qué será que pienso en las Obras Completas de Sigmund Freud?). Natalia rasguñaba la espalda de León con un ímpetu que sólo muestran las mujeres cuando se dejan caer en el goce; a León no le importó...

No se vieron después de eso. El recuerdo borroso de los sabores y las sensaciones de piel contra piel se fueron convirtiendo en una fantasía. Pero como suele suceder León pensaba más en Natalia que Natalia en León. La mujer, para variar un poco, estaba "encima de la situación". Siempre tuvo el control, a pesar de lo que pueda pensar la masculina mente de nuestro amigo. Para ella el recuerdo de esa noche es solamente una melodía perdida en un concierto gigantesco, mientras que para el esa fantasía le comía el sueño, le devoraba la vigilia.

Como estúpido la esperó en el metro, en el parque y ahora, como estúpido también, espera un llamado que no llegará. Guardó plata hace meses para llevar a Natalia a un motel que había buscado, como acordaron hace tiempo. El zapateo nervioso incesante de su pie derecho le enfermaba, pero no podía detenerse. ¿Llegará?

Natalia, mientras tanto, ni se acordaba de que se quedó de juntar con León. Paseaba, de hecho, cerca del lugar de encuentro, pero ni un nanosegundo, ni siqueira una pequeñísima dendrita le dedicó a ese pobre desgraciado. El paseo por Providencia era demasiado divertido, el Transantiago demasiado increíble (increiblemente inepto e ineficaz), los árboles demasiado verdes, la temperatura demasiado agradable. Su celular suena repentinamente, en la pantalla dice "Leon Cel". "¡Cresta!", es el único pensamiento que le dedica. Para ella León es "cresta", la situación se va a la cresta, la fantasía también. Una mentira rápida y a la cresta el problema.

Y allí va León. Pobre y triste wueón.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

ta weno: redondito!

10:11 p. m.  

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