4.10.2006

8. Historia Intermedia 2

Amanece. Pablo se despierta con dolor de cabeza. No importa en realidad, tiene que ir a la universidad de todas maneras. Detesta los martes. Ese día infernal, después del lunes, en donde todo parecía andar bien, pero sin falta algo sucede en la noche que hace que todo el día siguiente sea una mierda. Va atrasado, así que se salta la ducha, se despide de su madre que todavía duerme profundamente por las píldoras antidepresivas, y parte casi corriendo a tomar el microbús.

En el paradero pisa heces de perro. Empezamos con el pie izquierdo, parece. La micro se demora una media hora en pasar. Definitivamente llegará tarde. En el reproductor de mp3 suena su canción favorita. Parece que algo bueno tiene este maldito día.

Una vez en la facultad corre para llegar a la sala. La puerta está cerrada con llave. ¡Mil demonios!, no hay posibilidad de entrar. Se va al casino, para tomar su desayuno universitario: un cigarro con una Coca-Cola de litro y medio.

Ve pasar a sus amigos. Los saluda como todos los días. La ve pasar a ella, y no sabe por qué, pero ciertamente tiene que alejarse, aún cuando no hay escapatoria. Da lo mismo lo que haga, al final no puede escapar de si mismo.

Logra entrar al siguiente módulo. Aburrimiento extremo. ¿Para qué entró?... Dibuja en su cuaderno en vez de tomar apuntes, juega a los puntitos con el compañero de al lado. Un gasto inútil de dos millones de pesos al año. Pero qué mas da, total, no es su plata.

Hora de almuerzo. Estudia para el control de la siguiente cátedra. No entiende nada del texto. Quiere fumar, pero no tiene plata para los cigarros. No, tiene que concentrarse. "Según Bertalanffy...", el sólo nombre ya es complicado. El ruido del casino, la cola para usar el ventiúnico microondas del lugar, el olor a comida congelada, todo lo desconcentra. Si fuera un poco más egocéntrico realmente creería que el mundo se confabula en contra de el los días martes.

Mierda. El control es más difícil de lo que pensaba, y justo es del texto que no leyó. El celular suena con dos pitos agudos y fuertes. El profesor mira disgustado mientras Pablo saca el teléfono de su bolsillo y revisa el mensaje. "Qué vas a hacer más tarde?"...

Del control mejor ni hablar. Sale del último módulo. Tiene la posibilidad de ir a distraerse un rato a la casa de su amiga, pero la verdad es que está demasiado cansado y no quiere más guerra. De seguro pelearían por tonteras, y en este momento lo único que realmente desea es meterse en su cama y olvidarse del asunto viendo un buen capítulo de C.S.I.

La micro va horrendamente llena. Los roces que hay que soportar, las mochilas de los escolares que no se dignan a dejar en el suelo, las bolsas enormes de las señoras (gordas) hacen que la poca paciencia que le queda a Pablo parezca un granito de arena perdido en el espacio sideral. ¡Un brillo de luz!, un asiento se ha desocupado y nuestro amigo se sienta en él. Lamentablemente su felicidad duraría poco, ya que la oportuna bolsa HITES de una señora gorda, vieja, con olor a detergente y, francamente, bastante fea, llega a su cara. La señora parece empeñada en obtener ese asiento. Pero Pablo no se moverá bajo ningún precepto. ¡Que le digan a el lo que es tener un mal día!

Al fin en casa. Los gritos de su madre no podían faltar. Con los años ha aprendido a decir casi automáticamente "Sí, mamá. No hay problema, lo hago altiro". Una vez pasado el obstáculo se fuma su último cigarrillo y se acuesta a dormir. No dá más, y mañana será un nuevo día. Y eso lo aterroriza....

Poco a poco empieza a cerrar los ojos. Lo malo de este martes se va desvaneciendo en una sola imagen borrosa del techo de su pieza....... BIP BIP!... el sonido penetrante del celular lo despierta completamente. "Que haces?"..............
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