4.08.2006

7. Despertar solo (o "La mejor manera de sobrevivir a una mujer")

La fría brisa de una mañana de verano lo despierta. Está tendido, adolorido de felicidad, sobre el pasto, bajo el árbol. Una sonrisa estúpida y atontada cubre su rostro; una de esas sonrisas que sólo se dan cuando estás despertando de un muy buen sueño, una mezcla entre no querer despertar y el abrir los ojos esperando que no fuera un sueño. Se estira, conservando esa risa, hasta que siente todas sus extremidades. Había sido una buena noche.

La busca con su brazo... pero encuentra solo césped. "Que extraño", piensa. Casi a regañadientes abre los ojos para encontrarla. Lo único que ve son esperanzas e ilusiones rotas. No hay nadie en los columpios, la pista donde andan en bicicleta y patines parece el desierto más desolado de la tierra, y la pérgola está tan solitaria y silenciosa que parece una tumba. El único rastro que dejó fué su olor a cigarro y la colilla del último que se fumó, probablemente algunos minutos antes. Debió haber saltado la reja. No importa el cómo se fué, en su mente sólo existía el "¿por qué?".

Tratando de encontrar una explicación lógica toma sus cosas y comienza el duro camino de vuelta a casa. "Que mentirosos todos. Es una gran y gorda mentira el que con la luz de la mañana todo se ve mejor. En este momento mis pensamientos están todavía más desordenados que anoche", se quejaba. Y tenía razón. Esa luz diáfana de las 7 de la mañana hacía que el caos de su cabeza fuera peor. Miles de preguntas y otros miles de respuestas pasaban por su cabeza en menos de un segundo. Quizás algunas le gustaban más que otras, pero la verdad es que jamás lo sabría. Y eso lo estaba matando.

Arrastrando los pies como si fueran dos grilletes llega a su casa. Simplemente se desploma encima de la cama y mira el techo.

-"Esa mancha de moho se le parece"- dice sin querer en voz alta. Pero le da igual en ese momento. Nadie podría escucharlo. La puta de al lado está hechando al último cliente y los niños, felizmente, están durmiendo al otro lado. No los soportaría en ese momento, bajo esas circunstancias.

Las manos en la nuca, una botella de ron Mitjans en el velador y el cenicero lleno hasta reventar de colillas y ceniza de cigarro lo emboban. Piensa "Da lo mismo realmente. No me importa mucho más que eso. Total, es sólo una mujer.", para luego contradecirse "Pensé que había algo. No sé qué. ¿Cómo pude ser tan tonto de pensar eso?. Quizás todo eso que sucedió fueron rollos míos. Quizás sólo estaba buscando alguien con quien pasar la noche. Si, eso debe ser. Está claro. Nunca he sido material de novio ni nada parecido. Quién podría querer a esta cosa escuálida y pobre. Siempre me ilusiono demasiado...".

Sus pensamientos eran erráticos, y a cada sorbo de ron el desorden en su mente se duplicaba. LLegó a un punto en donde argumentaba, en voz alta:

- Las mujeres al final no nos necesitan.

- Sí, nos necesitan tanto como nosotros a ellas. - respondía.

- No están ni ahí, viejito. Lo que pasa es que existe esa ilusión. La ilusión de que el cariño existe, que es posible encontrar a esa única persona con la cual estás destinado a estar. Y les meten esa ilusión hasta por los lagrimales cuando son pendejas. Al igual que a nosotros, nos meten la mierda de la caballerosidad desde cabros chicos. ¿Pa que po wueón?. Pa puro wuear po.

- No compipa, usted está equivocado. Las mujeres son totalmente capaces de amarnos. Simplemente es que su misma escencia es como el fuego: siempre cambiante...

- Es que puta, wueón. Yo no quiero una wueá que cambie, quiero una mina a la cual pueda amar, que sea igual de cariñosa, o hasta una perra, pero que siempre lo sea, pa saber como actuar!

- Esa es la belleza de las mujeres, hermano. El no tener armas ni armadura contra ellas. Estar siempre a corazón abierto. El hecho de que siempre que conozcas a una mujer te va a hacer daño, de una manera u otra, y el que ella no lo sepa es uno de los grandes placeres de esta vida. ¿Masoquista?. No, para nada. Se trata simplemente de disfrutar cada pincelada de la realidad. Este dolor en particular nos lleva a la profunda experiencia de sentir nuestra cabeza hecha mierda, nuestro estómago revuelto, sumidos en la confusión más grande que un humano pueda tener. ¿De qué otra manera podrías sentir todas estas cosas juntas, más que con lo que te hace sufrir una mujer?.

Y en estas cabilaciones el sueño por fin dió un respiro a sus locos pensamientos. Morfeo felizmente se lo llevó a su reino, aunque sea por un par de horas. Quizás el par de horas necesario para curarlo de esa borrachera que se llama "Mujer".

1 Comments:

Blogger Arkane said...

Vaya... mis pasos han llegado bastante lejos a este mundo. Le saludo caballero, vengo de lejanas tierras y su historia me intriga.

Sin duda hay verdad en sus palabras pero digame...¿hay algo constante en el universo?, ¿es usted también una entidad que se mantiene sin variar dentro de este tiempo?. Si ha de preguntarme, solo son interpretaciones de este extraño mundo que no vemos corazones, sino caras. Despertamos de un sueño para caer en otro y así sucesivamente, un ciclo sin fin de cambios y mundos que existen y se desvanecen en el trascender del tiempo. Pero he descubierto que el tiempo es limitado en este mundo y debe tener cuidado ya que nunca sabra si algun día no pueda despertar de ese sueño y quede atrapado para siempre en él.

Realidad o Sueños ?, Solo la transición de un estado en otro que da un producto en esta vida con lo que es y nunca sera.

4:19 p. m.  

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