3.13.2006

5. Historia Intermedia

Historias e histerias. Nada fuera de lo común esta noche en Santiago de Chile. Ellos caminaban hacia su destino, conversando, temiendo; pero la ciudad no para. No, no para por nadie. Ni por el ejecutivo que piensa que su corbata no resistiría si intentase colgarse, el adolescente espinillento que se vanagloria de sus éxitos sexuales siendo que lo más lejos que ha llegado es a robarle las revistas pornográficas a su tío, la esposa abnegada de un marido idiota que mira la cocina y huele por unos segundos el gas que emana de allí, con deseo.

Los últimos rayos mezquinos del sol, burlón en el cielo de verano, iluminan a un viejo que lleva a su nieta a comprar dulces. El viento tibio de las 8:30 pm acaricia los rulos de la pequeña y la calvicie del lento anciano mientras se acercan a la tienda de la esquina. La niña está enamorada (o al menos eso piensa) del chico que atiende en el bazar, el viejo sólo quiere un poco de magnesio; la acidez realmente es horrenda. El joven de la tienda espera que lleguen sus amigos para irse a ver una película con unas minas, quizás esta sea la oportunidad por la que ha trabajado tanto tiempo.

Raúl ha trabajado en microbuses toda su vida. Desde cabro chico su papá lo subía a su micro y se iban a pasear por lo que era en ese entonces Santiago. Toque de queda, desapariciones, nada de eso importaba, siempre y cuando el tanque tuviera algo de bencina. Ahora maneja para el recorrido 240. LLeva manejando diez horas, pero sigue como nuevo. Nadie se mete con él, el cañón que guarda debajo de su asiento lo protege física y mentalmente. No niega que muchas veces ha pensado en volarle la guata a las típicas viejas que se quedan encima de él, siendo que toda la micro está desocupada para atrás, o a esos estudiantes que no se quitan la mochila, pero en ese momento mira la calle y los recuerdos del pasado lo calman.

La esposa de Raúl, Berta, es feliz. ¿Cómo no serlo, con un marido trabajador como Raúl, y un amante fogoso como Sebastián?. Todos los días piensa que lo que hace no está mal, que porque los hombres cagaríamos a las mujeres siempre que tuviéramos posibilidad, ellas tienen el derecho de hacer lo mismo. Si, no hay nada malo bajo el cielo. Mientras Sebastián duerme después de una sesión del sexo más desenfrenado, Berta cocina el plato favorito de Raúl. Todavía gotea el amor de Sebastián, pero ella piensa "¿qué le gustará con estas papas fritas?".

Historias e histerias. Tantas cosas que contar, tan poco talento para contarlas. Cada uno de ellos merece todo un libro, pero ninguno lo tendrá. Quizás un final feliz, quizás una tragedia o una comedia sean lo adecuado. Nadie lo sabrá. Hasta es probable que sea mejor no saberlo. El simple hecho de saber que nadie está solo ya es suficiente final.

Ella y el pensaban miles de cosas, mientras todos los demás vivían sus propias vidas, cuando por fin llegaron a su destino.
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