3.02.2006

4. Derecha, Izquierda; Arriba, Abajo

Caminaban en silencio.

Ella fumaba un Lucky Strike corriente, el filtro cortado. Eso le hizo pensar que ella era una niña bien, que aún vivía con sus padres y que seguramente estaría estudiando algo en alguna universidad pluralista. Sus ropas gastadas y esos lentes pasados de moda podrían ser sólo el típico grito que se dá cuando no estás de acuerdo con algo, y lo representas de manera tan trivial como es con la ropa o tu estilo.

El jugaba con la roñosa caja de fósforos vacía en sus manos. Ella quería escapar de todo. Se sentía encerrada en su propio ser. Se miraba y se encontraba una extraña hasta para sí misma. Los problemas, la mierda cotidiana, no, no es para todos. Nietzsche quizás sólo era un escape de sí misma, quién sabe. La mente femenina es un misterio, hasta para ellas mismas. Quizás el podría encontrarla. Quizás no era nadie.

- Me sorprende el que haya tanta gente y que a nadie le importa, ¿sabes? - interrumpió ella - Cuando cruzas la calle sólo miras hacia los lados, pero he llegado a pensar que no basta. Hay que mirar en todas las direcciones. No quiero sonar como una maldita creyente, de esas que acuden todos los putos días a la Iglesia, a redimirse y a golpearse el pecho por el sólo hecho de vivir, pero siento que hay que mirar hacia arriba y hacia abajo. Nunca sabes cuando Dios o Lucifer pueden hacerte vivir una experiencia que definitivamente querrás olvidar.

- No creo en esas estupideces. Mi destino lo controlo solamente yo, y nadie más. Deberías saberlo, si es que lees a Nietzsche.- respondió cortante el. Realmente le disgustaba la religión y las creencias ciegas en dogmas incuestionables. Quizás por eso se buscaba constantemente, ya que el cuestionarse todo tiene un lado bastante desagradable.- Sólo yo puedo meterme en algo o salirme de otra cosa. Sólo basta mirar hacia los lados, no hay nada más que eso.

Ella lo miró casi con asco. No era diferente a los imbéciles que miraban el fútbol, un hombre cerrado y patético, que no creía en nada más que en él mismo, con un dejo de egocentrismo, típico rasgo post-moderno.

- Creo que te equivocas. Es tan simple pensar que no hay nada más aparte de uno, pero lo cierto es que tu no eres nadie, el ambiente en que te mueves define lo que eres, aquí y en todas partes.- contestó ella. Lo decía simplemente para rebatir el comentario de el, no porque realmente lo creyera. Si fuera así, no tendría razón de buscarse a si misma, su respuesta acerca de quién era en realidad estaría contestada.

- Pero uno de cierta forma determina su ambiente. Yo elijo ir a un bar, yo elijo no estar ahí. Yo elijo que tomar y que no, yo elijo.... - antes de terminar la oración se dió cuenta de que no importa lo que elija, siempre el ambiente lo va a determinar. No podía aceptar esto. No podía aceptar el hecho de que estaría para siempre perdido en algo que no era el. Eso simplemente le abría aún más dudas acerca de quién era realmente, de si algo de lo que es fuera real.- Dejemos el tema hasta aquí. Ya estamos llegando.

La luz era tenue.
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